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En un universo de aparente ridiculez inconsecuente, Haruko Haruhara llega a la tranquila ciudad de Mabase en busca de quién tenga el poder de emular al rey de los piratas, quien es capaz de abrir portales espaciales y teletransportar incluso planetas enteros, formando grandes conflictos con la Medical Mechanica y la Fraternidad Espacial, envolviendo a los protagonistas en un aparente sin sentido.

Se nota el cambio argumental y de guión de esta entrega, a tal punto que la eleva a un nivel superlativo, convirtiendo a esta saga en la cúspide más alta y al mismo tiempo reafirmándola no sólo como la mejor saga de los 90, sino como una de las grandes instituciones creadas por el estudio Sunrise.

Kintaro viaja por todo Japón buscando aprender en la escuela de la vida pero se ve inmerso en una gran cantidad de conflictos que subdividen la obra. Por un lado, basado en humor subido de tono con h y mucho Fanservice, haciéndola muy adictiva. Por otro lado, le incluyen historias increíblemente inspiradoras, creando una potente fórmula de entretenimiento.

En un entorno de ciencia ficción blanda apropiado para contar historias de súper robots, se cuenta la historia de la protagonista cuyo sueño es llegar al espacio siguiendo la sombra de su padre y se ve envuelta en un entorno de facciones militares, conflictos contra monstruos espaciales y saltos espacio temporales, propiciando uno de los finales más épicos de la historia.

El mundo de los otakus puede ser visto como un agujero negro, el cual se puede despreciar pero por otro lado es también un sitio maravilloso lleno de fantasías y de sensaciones sublimes, precisamente es el protagonista quién se da cuenta de lo maravilloso de este mundo y quiere convertirse en el rey de los otakus, en el intermedio presentan una especie de documental decadente burlesco.

En una única OVA, cuentan un fragmento de la vida de un adolescente en un entorno impresionante lleno de colorido y música, en una cosmopolita llena de posibilidades, recreando perfectamente una gran empatía y sentimientos humanos en función del protagonista y todas sus vivencias.

Esta entrega se enfoca en mostrar la realidad de la guerra desde el punto de vista aislado de un niño que precisamente pareciese jugando a la guerra sin darse cuenta todas las consecuencias que podría desatar, al mismo tiempo agregando un grupo de personajes muy carismáticos que se prestan para contar una historia muy coherente y atractiva rompiendo por primera vez el molde de esta saga.

FLCL Progressive logra mantener esa esencia, y atarla a nuevos personajes que se mantenían en la línea de lo interesante y audaz, incluso rayando con el cliché pero incluyendo otros que ayudaban a fortalecer y mantener la historia, también incluyen un poco el surrealismo onírico que hace parte de la esencia de esta franquicia.

En una propuesta innovadora utilizan la animación por computadora de alta calidad, con una historia estructurada, alejándose de lo propuesto por Macross 7, abriendo una nueva perspectiva para apreciar en calidad de precuela una serie de sucesos acontecido antes del inicio de la franquicia.

Una vez más intentando incurrir en el mundo Gundam del 79, intentan adaptar la historia de Casval Rem Deikun y su odisea de incursión en la guerra, sus motivos y evolución, explotando una vez más esta línea universal, al mismo tiempo mostrando en paralelo las vidas de otros personajes principales siendo un gran cóctel para los fan de la primera entrega.